... es una maravilla.
Todo aquel que haya salido de su casa más de dos veces sabrá recordar a qué famoso refrán español castizo hago referencia en el título de la historia de hoy.
Pero todo aquel que crea encontrar el sentido del título en ese refrán se equivoca en al menos un punto: no es la lluvia en Sevilla la que me inspira estas letras hoy, sino algo aún más maravilloso por raro: la lluvia en Murcia.
En estos tiempos veraniegos donde es noticia que hace calor (extraño, porque desde que tengo uso de razón hace el mismo calor todos los veranos, y aquí ningún estío bajamos de los 35º...) parece que no es noticia que llueva.
Tampoco es para lanzar cohetes: han caído menos de cuatro gotas, lo justo para refrescar la calzada y para (sorpresas, o más bien leyes de Murphy mediante) mojarme en las escasas ocasiones en que bajo a la calle los días que tengo libres del trabajo. Salvo para ir al cine o de compras, claro está.
Otros para los cuales este incidente no sea de gran importantcai dirán, no sin razón, que el hecho de que llueva no es nada del otro mudo, que llueve todos los días en alguna región del globo y que no es para tanto.
Los invito a todos ellos a venirse a Murcia a pasar unos meses, y comprobar de primera mano que en esta tierra olvidada de la mano de los dioses el agua brilla, pero más por su ausencia que por su cristalinidad.
Serñia este buen momento para hablar de Planes Hidrológicos, de trasvases o de desaladoras, pero creo que paso. Ya lo haré cuando tenga más tiempo y ganas, porque me da en la nariz de que mi opinión al respecto no es convencional, y podría levantar ampollas hasta en aquellos que creen conocerme.
Para muestra, sólo diré que personalmente no me parece nada mal eso de que en Murcia se construyan campos de golf. Lo que me parece mal es que se pida agua para ellos diciendo que es para otras cosas.
Pero mejor lo dejo, que con las nubecitas y la tormentita (ni tormenta se puede llamar) hay un bochorno en el aire que me obliga, cual susurro en el oido interno, a tumbarme, a coger un refresco y a abandonarme en mis pensamientos, sin ninguna intención de compartirlos con vosotros.
Hay que ver todo lo que da de sí la lluvia de una tarde de verano... Si Shakespeare levantara la cabeza...
Pero todo aquel que crea encontrar el sentido del título en ese refrán se equivoca en al menos un punto: no es la lluvia en Sevilla la que me inspira estas letras hoy, sino algo aún más maravilloso por raro: la lluvia en Murcia.
En estos tiempos veraniegos donde es noticia que hace calor (extraño, porque desde que tengo uso de razón hace el mismo calor todos los veranos, y aquí ningún estío bajamos de los 35º...) parece que no es noticia que llueva.
Tampoco es para lanzar cohetes: han caído menos de cuatro gotas, lo justo para refrescar la calzada y para (sorpresas, o más bien leyes de Murphy mediante) mojarme en las escasas ocasiones en que bajo a la calle los días que tengo libres del trabajo. Salvo para ir al cine o de compras, claro está.
Otros para los cuales este incidente no sea de gran importantcai dirán, no sin razón, que el hecho de que llueva no es nada del otro mudo, que llueve todos los días en alguna región del globo y que no es para tanto.
Los invito a todos ellos a venirse a Murcia a pasar unos meses, y comprobar de primera mano que en esta tierra olvidada de la mano de los dioses el agua brilla, pero más por su ausencia que por su cristalinidad.
Serñia este buen momento para hablar de Planes Hidrológicos, de trasvases o de desaladoras, pero creo que paso. Ya lo haré cuando tenga más tiempo y ganas, porque me da en la nariz de que mi opinión al respecto no es convencional, y podría levantar ampollas hasta en aquellos que creen conocerme.
Para muestra, sólo diré que personalmente no me parece nada mal eso de que en Murcia se construyan campos de golf. Lo que me parece mal es que se pida agua para ellos diciendo que es para otras cosas.
Pero mejor lo dejo, que con las nubecitas y la tormentita (ni tormenta se puede llamar) hay un bochorno en el aire que me obliga, cual susurro en el oido interno, a tumbarme, a coger un refresco y a abandonarme en mis pensamientos, sin ninguna intención de compartirlos con vosotros.
Hay que ver todo lo que da de sí la lluvia de una tarde de verano... Si Shakespeare levantara la cabeza...
1 comentario
Arkangel -
Aquí en Graná también hace meses que no cae ni una gotica (y como puedes suponer, de calor también estamos bien servidos). Ayer tampoco cayço nada en la capital, pero dió la casualidad de que me pilló en un pueblo a pocos kilómetros, en una piscinita, y vino un tormetón de esos que hacen época, con sus granizos y todo.
Estar bañandose en una piscina con este calor mientras te caen gotas del tamaño de garbanzos, y garbanzos del tamaño de granizos (o al reves :P) también es una maravilla :))
Saludos.